Nos hemos acostumbrado a vivir en el estres continuo de la gran ciudad. Rodeados de gente a todas horas, con grandes comodidades tecnológicas que acaban cansando y enganchando con un ritmo de preocupaciones a nivel personal y laboral que muchas veces te alejan del estado de felicidad primigenio. La monotonia del dia a dia te atrapa y a veces te das cuenta de que acabamos enganchándonos a todo aquello que nos imponen, como por ejemplo las redes sociales o el uso del teléfono móvil a todas horas, para cualquier actividad cotidiana.
No sé vosotros, pero yo en muchas ocasiones siento la necesidad de poder desconectar de todo esto aunque sea solamente unos pocos dias. Escapar de la gran ciudad y poder refugiarte en algún pueblo perdido donde haya pocos habitantes es una actividad que recomiendo realizar varias veces al año. Por supuesto sin teléfono móvil y nada que te ate o te recuerde cómo es un dia normal en la ciudad. De hecho iré un poco mas allá: cada vez hay mas gente que realiza esto mismo a sólas. Escapadas solitarias sin compañia para poder reflexionar y encontrarse con uno mismo.
Pasear, respirar aire puro, conectar con la naturaleza. Lo máximo que recomiendo hacer es llevarte tu selección de música particular para compartir estos momentos con melodias que promueven la conexión con la naturaleza, con el cosmos. Maravillas de Vangelis, Jean Michelle Jarre, Mike Oldfield … no te defraudarán. Y el placer de un buen libro. ¿Hay algo mas potente que todo esto? Mirar a las estrellas, escuchar el bosque de noche, el prado. El poder de la noche, la maravillosa soledad.